CAPILLA SAN JOSÉ
Arquitectura Religiosa
Ubicación: Montemorelos, Nuevo León
Año: 2022
Área: 160 metros cuadrados
Conceptualización
Capilla San José es un proyecto de fusión de dos religiones: la religión del campo y la religión de los hombres.
Se emplaza al centro del sembradío Madre Tierra, lugar de azahares, aguacates y limones, donde es posible observar el perfil de las montañas y el verdor de Montemorelos, Nuevo León. Este proyecto surge a raíz de una necesidad espiritual: erguir un espacio de reflexión para la familia y la comunidad de la zona.
La espiritualidad, al ser una dimensión tan íntima del hombre, requiere una aproximación arquitectónica respetuosa y perspicaz. Por ello, el proceso de diseño de este proyecto se fundamentó en el estudio exhaustivo de la liturgia cristiana y el campo norestense. Para llegar a una propuesta pertinente, se observaron los respectivos protocolos de la religión humana y el entorno bucólico: se analizaron las trayectorias solares, los tipos de la fauna, los siete sacramentos y los ritos ceremoniales de la misa católica. La Capilla San José es, en sí, una solución donde fe y campo conviven en un mismo espacio de celebración.
La Capilla San José revisita la herencia arquitectónica de los templos religiosos mexicanos en el noreste. Se parte de la planta en cruz y sobre ella se trazan dos ejes rectores: uno espiritual y otro natural. El centro se vuelve el lugar más importante, siendo aquí donde ambos ejes se intersectan. Como resultado, se obtiene un proyecto rodeado por áreas verdes y dividido en tres zonas principales: el vestíbulo (nártex), la nave central y la parte trasera.
Volumetría
La capilla es un espacio de calma como también uno de celebración: lugar para reflexionar, lugar para compartir lo que uno reflexiona. Vaso comunicante, refugio de introspección. Esta amalgama se ve traducida en la volumetría del proyecto. Tres volúmenes de carácter propio que, en conjunto, se leen como uno solo.
Planta arquitectónica
Los bloques ubicados a los extremos del proyecto son grandes monolitos de expresión solemne. Son módulos cerrados, pesantes y gruesos. A dos aguas, respetando la tradición histórica. El primero funge como vestíbulo y el último como espacio de servicio y almacenamiento de instrumentos religiosos. Son espacios de transición. Estos dos volúmenes abrazan a la nave central, y la ciñen. La nave central es transparente, alargada, y muy por el contrario, liviana. De altura menor que sus contrapartes, resalta su diferencia de carácter: la nave central se dice abierta, cálida y célebre. Sus costillas son columnas revestidas de madera natural y ventanales rectangulares de vidrio. Desde las bancas de los feligreses, es posible ver la extensión de Madre Tierra: la silueta de sus lozanos árboles, la horizontalidad del sembrado, sus nubes flotadas. La capilla se prolonga y el campo entra. Es en la nave central donde se celebra la misa y se lleva a cabo la mayor parte de la convivencia religiosa.
Para entender el proyecto como una propuesta total, pero también como una concatenación de tres módulos independientes, era necesario resolver las uniones de manera elegante y sutil. Para ello se propuso resolver la junta de los volúmenes con ventanales estrechos y delgados que facilitasen la entrada de luz natural y la difusión entre los distintos espacios de la capilla, creando un equilibrio justo entre ellos, y así, una sinergía de transparencia y solidez.
La escala, a su vez, se abstiene de cualquier monumentalidad; busca ser íntima y accesible. Las dimensiones se ajustan al cuerpo y los sentidos humanos. Trátese de padre, feligrés, o merodeador, la volumetría tiene intención de comunicar una sensación de acogimiento a cualquier visitante.
La capilla se diseña con la intención programática de abarcar los siete sacramentos. El vestíbulo, también denominado nártex, cuenta a su izquierda con un confesionario para practicar la Penitencia, y a la derecha, con un muro reservado a los nichos funerarios, espacio ligado al sacramento de la unción de los enfermos. Por otra parte, la nave central se pensó para dar aforo a un máximo de sesenta personas, entendiendo que fuera posible celebrar en ella la Confesión, el Matrimonio y la Orden Sacerdotal. Asimismo, cuenta con una pila bautismal para celebrar el primero de los sacramentos.
Luz y materiales
Fue al cuarto día de la Creación que Dios concibió a los astros y diseminó por el cielo las estrellas, dando así luz reflejada a la noche. Inspirada en este evento bíblico, las losas inclinadas del vestíbulo fueron estratégicamente perforadas para dar entrada a pequeños haces de luz, simulando una lluvia de estrellas. El vestíbulo, siendo un volumen cerrado y compacto, en su solemne oscuridad, es iluminado por luz natural que se escabulle entre los huecos de sus techos, creando la ilusión de que no es el concreto pulido, sino el mismo firmamento y las estrellas, quienes reciben a los visitantes.
El campo regiomontano guarda una cálida sencillez en sus paisajes y rutinas: el tiempo parece correr con más calma entre los ríos y la hierba. A través del manejo de los materiales y la luz, este proyecto busca emular dichas virtudes del campo. Se utiliza mármol travertino para revestir y ensalzar el altar; los cielos son de madera natural de pino, el piso de concreto pulido y los antepechos de la nave central están hechos a base de mampostería de piedra del sitio. Las caras exteriores están revestidas con una solución de estuco pigmentado de tono arenoso, sutilmente pardo. Los materiales son pétreos pero también cálidos, sencillos pero por igual elegantes, todos expuestos en su forma más honesta y minimal. La materialidad en este proyecto busca, a fin de cuentas, conferir cobijo a quien la experimente.
A la par, la luz se utiliza para crear transparencia y seriedad. Los ventanales ubicados en las uniones de los volúmenes permiten inundar la nave central con luz difuminada, dando dramatismo al altar.
Capilla San José se define por ser un proyecto de fusión: la calma extensa del campo converge con los ritos tradicionales de la religión humana. El planteamiento del proyecto, desde su concepción hasta su ejecución, fue pensado para conmemorar la dimensión espiritual humana. Dígase a través del uso de una materialidad honesta, luz natural vasta, una volumetría transparente y densa, o una escala íntima y asequible, todas las decisiones de diseño fueron encauzadas para crear un espacio donde fuera posible conectar con uno mismo, con el prójimo y con el universo que nos rodea.